Una analítica rutinaria puede revelar datos inesperados: entre ellos, unas transaminasas altas. Este término, que muchos encuentran en sus resultados sin saber muy bien qué significa, hace referencia a unas enzimas que reflejan cómo está funcionando el hígado. Cuando su valor aparece por encima del rango normal, puede deberse a algo tan simple como una comida copiosa o a causas más serias, como una hepatitis o una intoxicación medicamentosa.
Saber qué pasa si las transaminasas están altas ayuda a interpretar el resultado sin alarmarse antes de tiempo. En general, se considera una elevación cuando superan las 40 unidades internacionales por litro (UI/L), aunque el límite exacto depende del laboratorio. No obstante, lo importante no es solo el número, sino el contexto: una subida ligera puede ser transitoria, mientras que cifras mucho más altas suelen indicar que el hígado está sometido a un esfuerzo o inflamación.
Por eso, más que preocuparse, lo adecuado es buscar la causa. El médico valorará si hay otros parámetros alterados —como la bilirrubina o la GGT— y determinará si se trata de un problema puntual o de una enfermedad que requiere tratamiento. Detectar la causa a tiempo no solo tranquiliza, sino que también permite proteger el hígado y prevenir complicaciones futuras.
Qué son las transaminasas y para qué sirven
Las transaminasas son enzimas del metabolismo que permiten que el organismo transforme los aminoácidos, moléculas esenciales para producir proteínas, energía y tejidos nuevos. Sin ellas, los procesos metabólicos se volverían lentos e ineficaces, ya que intervienen en reacciones químicas que mantienen en equilibrio la actividad del hígado, el corazón y los músculos.
Aunque están presentes en casi todos los órganos, el hígado es el principal centro de acción. Allí, las transaminasas participan en la eliminación de sustancias tóxicas, en la producción de glucógeno y en la regulación de los nutrientes que pasan a la sangre. Por eso, su análisis en una analítica de sangre es una forma muy fiable de evaluar si el hígado está funcionando correctamente o si existe algún tipo de daño o inflamación.
Por qué se elevan las transaminasas en sangre
Cuando una célula hepática o muscular sufre daño, las transaminasas que se encuentran dentro de ella se liberan al torrente sanguíneo. Esa liberación anómala hace que los niveles en sangre aumenten, lo que se interpreta como un signo de lesión o sobrecarga funcional.
Esta es la razón por la que, ante unas transaminasas elevadas, los médicos no solo observan los valores, sino también la proporción entre ellas y la presencia de otras enzimas como la GGT (gamma-glutamil transpeptidasa). En general, la ALT o GPT (alanina aminotransferasa) es más específica del hígado, mientras que la AST o GOT (aspartato aminotransferasa) puede elevarse también por daño muscular o cardíaco.
Por último, la GGT actúa como una especie de “sensor de alarma” del sistema biliar: cuando hay una obstrucción o inflamación en los conductos que transportan la bilis, es la primera enzima que aumenta. Su interpretación, junto a las demás, permite distinguir si la alteración tiene origen hepático, muscular o metabólico.