Tratamiento para los pólipos uterinos
El tratamiento de los pólipos uterinos no es siempre el mismo para todas las mujeres. Dependerá del tamaño del pólipo, los síntomas que cause, la edad de la paciente, su etapa hormonal y si existe o no deseo de embarazo. En mujeres jóvenes, asintomáticas y con pólipos pequeños, puede ser suficiente hacer un seguimiento. En cambio, si hay sangrado, dolor o sospecha de alteraciones en el tejido, se suele optar por la extirpación.
La técnica más habitual es la histeroscopia quirúrgica, un procedimiento mínimamente invasivo que permite acceder a la cavidad uterina y eliminar el pólipo de forma precisa. Se realiza normalmente con sedación, no requiere incisiones ni ingreso hospitalario, y permite una recuperación rápida. Además, el tejido extirpado se analiza en laboratorio para confirmar su naturaleza benigna.
En algunos casos, especialmente cuando se sospecha que el origen es hormonal, puede plantearse un tratamiento con fármacos que regulen los niveles de estrógenos o progestágenos. Sin embargo, este enfoque suele ser complementario y no sustituye a la intervención cuando el pólipo causa síntomas o se considera clínicamente relevante.
La decisión sobre qué tratamiento seguir debe tomarse siempre de forma individualizada, teniendo en cuenta el contexto clínico de cada mujer, sus antecedentes y sus preferencias.
Pólipos uterinos y fertilidad
En mujeres que están intentando quedarse embarazadas y no lo consiguen, la presencia de pólipos en el útero puede ser una de las causas a tener en cuenta. Aunque no siempre provocan infertilidad, estos crecimientos pueden alterar el entorno donde debe implantarse el embrión o generar pequeñas hemorragias que interfieren con el inicio del embarazo. Por eso, su detección y tratamiento son especialmente relevantes en edad fértil o antes de iniciar técnicas de reproducción asistida.
¿Pueden impedir el embarazo?
Sí. Aunque no siempre, los pólipos pueden modificar el endometrio e interferir con la implantación del embrión, provocar microhemorragias o incluso aumentar el riesgo de aborto en etapas tempranas de gestación.
Por este motivo, cuando se detecta un pólipo en una mujer con dificultades para quedarse embarazada o antes de iniciar tratamientos como la fecundación in vitro, se suele indicar su extirpación.
¿Qué ocurre tras quitarlos?
En muchos casos, tras eliminar el pólipo, la fertilidad mejora de forma significativa. Se trata de un procedimiento sencillo, seguro y eficaz que, además de eliminar el posible obstáculo, permite analizar el tejido para descartar otras causas ginecológicas que puedan estar influyendo en la concepción.
Pólipos uterinos tras la menopausia
La aparición de pólipos uterinos en mujeres posmenopáusicas es un hallazgo relativamente frecuente, y aunque la mayoría siguen siendo benignos, su abordaje clínico cambia respecto a las mujeres en edad fértil. En esta etapa de la vida ya no existe la influencia hormonal cíclica sobre el endometrio, por lo que cualquier alteración estructural o síntoma, como el sangrado vaginal, adquiere mayor relevancia diagnóstica.
El síntoma más habitual en estos casos es el sangrado posmenopáusico, algo que siempre debe estudiarse con atención, ya que puede ser el primer indicio de una lesión endometrial significativa. A diferencia de las mujeres más jóvenes, donde a veces se opta por observar, en mujeres que ya han pasado la menopausia la recomendación habitual es la extirpación del pólipo, incluso si es pequeño o asintomático. Esto se debe a que, con la edad, aumenta la probabilidad de que el tejido presente cambios celulares atípicos o incluso lesiones premalignas.
La histeroscopia permite no solo confirmar el diagnóstico, sino también extraer el pólipo de forma ambulatoria y analizarlo en laboratorio. Gracias a esto, se puede descartar de forma fiable cualquier patología de mayor gravedad, como la hiperplasia atípica o el cáncer de endometrio.
¿Pueden reaparecer los pólipos uterinos?
Aunque la extirpación de un pólipo uterino suele ser definitiva, no siempre garantiza que no vuelvan a aparecer con el tiempo. La posibilidad de reaparición existe, sobre todo cuando persisten los factores que favorecieron su formación en primer lugar, como los desequilibrios hormonales, el sobrepeso o ciertas condiciones ginecológicas.
En mujeres en edad fértil, los cambios hormonales continuos pueden favorecer la aparición de nuevos pólipos en el endometrio. También se ha observado que el riesgo de recurrencia es algo mayor en quienes han tenido varios pólipos o han requerido más de una intervención. En la menopausia, aunque la actividad hormonal disminuye, sigue siendo importante vigilar posibles síntomas, especialmente si ya hubo antecedentes.
Por eso, tras el tratamiento, es habitual que el ginecólogo recomiende un seguimiento periódico, con controles ecográficos o revisiones según el caso. En algunas mujeres seleccionadas, se valora además el uso de tratamiento hormonal para reducir la estimulación del endometrio y minimizar el riesgo de que aparezcan nuevos pólipos.
Más allá del tratamiento quirúrgico, mantener un peso saludable, controlar la tensión arterial y evitar tratamientos hormonales sin indicación médica son medidas que también ayudan a reducir las probabilidades de recurrencia. La vigilancia a medio y largo plazo es clave para garantizar que, si reaparecen, puedan detectarse y tratarse a tiempo.