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Pólipos uterinos: qué son, síntomas más comunes, diagnóstico y tratamiento

jueves, 26 de junio de 2025

Cambios en la regla, sangrados inesperados o molestias leves durante las relaciones sexuales son síntomas que muchas mujeres tienden a normalizar. Sin embargo, a veces pueden estar alertando de algo más, como la presencia de pólipos uterinos. Estos crecimientos anómalos del endometrio suelen ser benignos, pero no por eso deben pasarse por alto.

Los pólipos uterinos pueden provocar sangrado entre ciclos, reglas más abundantes o dificultades para quedarse embarazada. También es habitual que aparezcan sin síntomas y se detecten de forma casual durante una revisión ginecológica. En mujeres posmenopáusicas, su hallazgo siempre debe valorarse, ya que el riesgo de alteraciones en el tejido aumenta con la edad.

Conocer qué son, cómo se forman, qué molestias pueden causar y cuándo conviene tratarlos es clave para tomar decisiones informadas. Especialmente en etapas como la perimenopausia, la menopausia o cuando hay deseo gestacional.

¿Qué son los pólipos uterinos?

Los pólipos uterinos son crecimientos anormales del endometrio, la capa interna que recubre el útero. Se forman cuando las células de ese revestimiento se multiplican de forma excesiva y dan lugar a una masa, generalmente benigna, que puede estar unida a la pared del útero por un tallo fino o una base ancha.

Estos pólipos pueden medir desde unos pocos milímetros hasta varios centímetros, y presentarse de forma aislada o en grupos. Algunas mujeres conviven con ellos sin saberlo, mientras que en otros casos son los responsables de sangrados anormales, reglas más largas o dificultades para conseguir el embarazo.

Aunque la mayoría no evolucionan a cáncer, sí existe una pequeña probabilidad de que presenten alteraciones precancerosas, especialmente en mujeres posmenopáusicas o si provocan síntomas persistentes.

Síntomas de los pólipos uterinos

Una parte importante de los pólipos se descubren por casualidad, durante una ecografía rutinaria o en el contexto de una revisión ginecológica. Pero cuando dan síntomas, suelen manifestarse de forma clara:

  • Reglas más abundantes o más largas de lo habitual.
  • Sangrado entre reglas (lo que se conoce como metrorragia).
  • Sangrado tras las relaciones sexuales.
  • Ciclos irregulares.
  • Sensación de presión en la pelvis.
  • En algunos casos, infertilidad o abortos de repetición.

Cuando aparecen después de la menopausia, el síntoma más frecuente —y el más importante desde el punto de vista clínico— es el sangrado vaginal. Siempre debe estudiarse, ya que no es normal y puede indicar problemas más graves.

Causas y factores de riesgo

No hay una causa única que explique la aparición de pólipos, pero sí se ha comprobado que están muy relacionados con el entorno hormonal, especialmente con el exceso de estrógenos sin oposición adecuada de progesterona.

¿Por qué se forman?

Durante cada ciclo menstrual, el endometrio crece bajo la influencia de los estrógenos. Si este crecimiento no está bien regulado, el tejido puede proliferar en exceso y formar pequeños nódulos o masas. Esto puede suceder de forma espontánea o estar favorecido por otros factores:

  • Cambios hormonales propios de la perimenopausia.
  • Sobrepeso y obesidad, que aumentan los niveles de estrógenos circulantes.
  • Hipertensión arterial.
  • Tratamientos hormonales, como el tamoxifeno.
  • Ciclos menstruales irregulares o sin ovulación (como ocurre en algunos casos de síndrome de ovario poliquístico).
  • Antecedentes familiares de pólipos o hiperplasia endometrial.

Aunque se asocian sobre todo a mujeres entre los 40 y los 60 años, también pueden aparecer antes o después de ese rango de edad.

Diagnóstico de los pólipos uterinos

El diagnóstico suele comenzar con una consulta ginecológica por síntomas como sangrado anómalo o dificultad para concebir. En otros casos, el hallazgo es casual.

¿Cómo se detectan?

La herramienta más habitual es la ecografía transvaginal, que permite observar el grosor del endometrio y detectar alteraciones compatibles con pólipos. Si el resultado no es concluyente, se puede recurrir a otras pruebas:

Histerosonografía o sonohisterografía

Consiste en introducir suero fisiológico en el útero durante la ecografía para separar las paredes del endometrio y visualizar mejor las lesiones. Es útil para diferenciar pólipos de otros engrosamientos o adherencias.

Histeroscopia diagnóstica

Es la técnica más precisa. Se introduce una pequeña cámara a través del cuello del útero, lo que permite ver directamente el pólipo y valorar su localización, tamaño y forma. En muchas ocasiones, permite también extirparlo en el mismo procedimiento.

Biopsia endometrial

En mujeres posmenopáusicas o con factores de riesgo, se recomienda analizar una muestra del tejido para descartar lesiones precancerosas o malignas.

Tratamiento para los pólipos uterinos

El tratamiento de los pólipos uterinos no es siempre el mismo para todas las mujeres. Dependerá del tamaño del pólipo, los síntomas que cause, la edad de la paciente, su etapa hormonal y si existe o no deseo de embarazo. En mujeres jóvenes, asintomáticas y con pólipos pequeños, puede ser suficiente hacer un seguimiento. En cambio, si hay sangrado, dolor o sospecha de alteraciones en el tejido, se suele optar por la extirpación.

La técnica más habitual es la histeroscopia quirúrgica, un procedimiento mínimamente invasivo que permite acceder a la cavidad uterina y eliminar el pólipo de forma precisa. Se realiza normalmente con sedación, no requiere incisiones ni ingreso hospitalario, y permite una recuperación rápida. Además, el tejido extirpado se analiza en laboratorio para confirmar su naturaleza benigna.

En algunos casos, especialmente cuando se sospecha que el origen es hormonal, puede plantearse un tratamiento con fármacos que regulen los niveles de estrógenos o progestágenos. Sin embargo, este enfoque suele ser complementario y no sustituye a la intervención cuando el pólipo causa síntomas o se considera clínicamente relevante.

La decisión sobre qué tratamiento seguir debe tomarse siempre de forma individualizada, teniendo en cuenta el contexto clínico de cada mujer, sus antecedentes y sus preferencias.

Pólipos uterinos y fertilidad

En mujeres que están intentando quedarse embarazadas y no lo consiguen, la presencia de pólipos en el útero puede ser una de las causas a tener en cuenta. Aunque no siempre provocan infertilidad, estos crecimientos pueden alterar el entorno donde debe implantarse el embrión o generar pequeñas hemorragias que interfieren con el inicio del embarazo. Por eso, su detección y tratamiento son especialmente relevantes en edad fértil o antes de iniciar técnicas de reproducción asistida.

¿Pueden impedir el embarazo?

Sí. Aunque no siempre, los pólipos pueden modificar el endometrio e interferir con la implantación del embrión, provocar microhemorragias o incluso aumentar el riesgo de aborto en etapas tempranas de gestación.

Por este motivo, cuando se detecta un pólipo en una mujer con dificultades para quedarse embarazada o antes de iniciar tratamientos como la fecundación in vitro, se suele indicar su extirpación.

¿Qué ocurre tras quitarlos?

En muchos casos, tras eliminar el pólipo, la fertilidad mejora de forma significativa. Se trata de un procedimiento sencillo, seguro y eficaz que, además de eliminar el posible obstáculo, permite analizar el tejido para descartar otras causas ginecológicas que puedan estar influyendo en la concepción.

Pólipos uterinos tras la menopausia

La aparición de pólipos uterinos en mujeres posmenopáusicas es un hallazgo relativamente frecuente, y aunque la mayoría siguen siendo benignos, su abordaje clínico cambia respecto a las mujeres en edad fértil. En esta etapa de la vida ya no existe la influencia hormonal cíclica sobre el endometrio, por lo que cualquier alteración estructural o síntoma, como el sangrado vaginal, adquiere mayor relevancia diagnóstica.

El síntoma más habitual en estos casos es el sangrado posmenopáusico, algo que siempre debe estudiarse con atención, ya que puede ser el primer indicio de una lesión endometrial significativa. A diferencia de las mujeres más jóvenes, donde a veces se opta por observar, en mujeres que ya han pasado la menopausia la recomendación habitual es la extirpación del pólipo, incluso si es pequeño o asintomático. Esto se debe a que, con la edad, aumenta la probabilidad de que el tejido presente cambios celulares atípicos o incluso lesiones premalignas.

La histeroscopia permite no solo confirmar el diagnóstico, sino también extraer el pólipo de forma ambulatoria y analizarlo en laboratorio. Gracias a esto, se puede descartar de forma fiable cualquier patología de mayor gravedad, como la hiperplasia atípica o el cáncer de endometrio.

¿Pueden reaparecer los pólipos uterinos?

Aunque la extirpación de un pólipo uterino suele ser definitiva, no siempre garantiza que no vuelvan a aparecer con el tiempo. La posibilidad de reaparición existe, sobre todo cuando persisten los factores que favorecieron su formación en primer lugar, como los desequilibrios hormonales, el sobrepeso o ciertas condiciones ginecológicas.

En mujeres en edad fértil, los cambios hormonales continuos pueden favorecer la aparición de nuevos pólipos en el endometrio. También se ha observado que el riesgo de recurrencia es algo mayor en quienes han tenido varios pólipos o han requerido más de una intervención. En la menopausia, aunque la actividad hormonal disminuye, sigue siendo importante vigilar posibles síntomas, especialmente si ya hubo antecedentes.

Por eso, tras el tratamiento, es habitual que el ginecólogo recomiende un seguimiento periódico, con controles ecográficos o revisiones según el caso. En algunas mujeres seleccionadas, se valora además el uso de tratamiento hormonal para reducir la estimulación del endometrio y minimizar el riesgo de que aparezcan nuevos pólipos.

Más allá del tratamiento quirúrgico, mantener un peso saludable, controlar la tensión arterial y evitar tratamientos hormonales sin indicación médica son medidas que también ayudan a reducir las probabilidades de recurrencia. La vigilancia a medio y largo plazo es clave para garantizar que, si reaparecen, puedan detectarse y tratarse a tiempo.

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Pues es muy sencillo, puedes llamarnos al teléfono 985 28 60 00.
Estaremos encantados de atenderte y resolver todas tus dudas.

Preguntas frecuentes sobre pólipos uterinos

La mayoría de las mujeres que reciben este diagnóstico comparten dudas similares: si el pólipo desaparecerá solo, si puede afectar a su fertilidad, si tiene relación con el cáncer o si hay algo que puedan hacer para prevenirlo. Resolver estas preguntas de forma clara y con base médica ayuda a reducir la preocupación y tomar decisiones informadas sobre el tratamiento y el seguimiento.

¿Un pólipo uterino puede desaparecer solo?

En algunos casos, especialmente si es pequeño y no causa síntomas, puede reabsorberse de forma espontánea. Por eso, no siempre es necesario tratarlo de inmediato.

¿Causan dolor?

No suelen provocar dolor intenso, pero sí pueden generar molestias pélvicas, presión o sensación de inflamación, especialmente si el pólipo es grande.

¿Se pueden prevenir?

No hay una forma concreta de prevenirlos, pero mantener un peso saludable, evitar tratamientos hormonales sin control y acudir a revisiones ginecológicas ayuda a detectarlos a tiempo.

¿Son lo mismo que los miomas?

No. Aunque ambos pueden causar sangrados y molestias, los pólipos se forman a partir del endometrio y los miomas son tumores benignos del músculo uterino. Su diagnóstico y