Sentir un dolor súbito en el oído, notar pérdida de audición o incluso experimentar una pequeña salida de líquido pueden ser signos de que algo no va bien. En algunos casos, estos síntomas están relacionados con una rotura del tímpano, una lesión más común de lo que parece y que puede tener diferentes causas. Aunque muchas perforaciones timpánicas se curan solas con el tiempo, otras requieren tratamiento médico para evitar complicaciones mayores.
La membrana timpánica, más conocida como tímpano, es una estructura delgada y flexible que separa el oído externo del oído medio. Su función es esencial: capta las vibraciones del sonido y las transmite hacia el interior del oído. Cuando se rompe, ese mecanismo se ve alterado, lo que puede traducirse en pérdida auditiva, molestias e infecciones.
¿Qué pasa cuando se rompe el tímpano?
El tímpano, aunque parezca una estructura insignificante por su tamaño, es esencial para que podamos oír con nitidez y sin molestias. Su rotura, además de ser una experiencia dolorosa o incómoda, altera por completo la dinámica del oído medio. Cuando se perfora, ese fino tejido deja de actuar como barrera protectora y transmisora del sonido, lo que puede provocar una serie de consecuencias que no siempre se perciben de forma inmediata.
Cómo afecta una perforación timpánica
El impacto de una rotura en el tímpano varía según el tamaño de la lesión, su localización y la causa que la ha producido. Algunas personas solo notan una leve molestia, mientras que otras experimentan una pérdida auditiva significativa o infecciones repetidas.
Entre los efectos más habituales de una perforación timpánica encontramos:
- Pérdida auditiva temporal: el sonido ya no se transmite correctamente al oído interno.
- Mayor riesgo de infecciones: al perderse la barrera natural, bacterias y agua pueden acceder al oído medio.
- Dolor o sensación de presión: especialmente si la perforación se produce de forma brusca o por un traumatismo.
- Zumbidos o acúfenos: algunas personas perciben ruidos internos molestos.
- Desequilibrio o vértigo leve: en casos donde la lesión afecta también al equilibrio del oído interno.
Aunque algunas de estas molestias remiten por sí solas, otras pueden mantenerse en el tiempo si no se actúa correctamente. De ahí la importancia de una valoración médica precisa.
¿Siempre se nota?
Curiosamente, no. Hay casos en los que la rotura es pequeña y la persona no percibe más que una ligera alteración del oído o un cambio momentáneo en la audición. Pero incluso en estos casos, conviene vigilar, ya que una lesión pequeña también puede favorecer la entrada de gérmenes o líquidos, sobre todo si se expone el oído al agua.