Quien sufre migrañas sabe que no se trata de un dolor de cabeza común. Es un dolor que puede paralizar, que obliga a detener el ritmo de vida y buscar silencio y oscuridad. La migraña es mucho más que una cefalea: es una alteración neurológica compleja que afecta a millones de personas en todo el mundo y que puede condicionar tanto el bienestar físico como el emocional.
A menudo, las crisis aparecen sin previo aviso y con una intensidad que desconcierta. La luz, los sonidos, los olores o incluso los cambios hormonales pueden desencadenar un episodio que dura entre cuatro horas y tres días, acompañado a veces de náuseas, visión borrosa o una extrema sensibilidad a los estímulos. En los casos más severos, las crisis pueden repetirse varias veces al mes y alterar profundamente la calidad de vida.
Hoy se sabe que la migraña no es solo un dolor de cabeza, sino un trastorno del cerebro que responde de manera exagerada a determinados estímulos. Por eso, su tratamiento no se limita al alivio del dolor: también incluye la prevención, la identificación de los factores desencadenantes y la mejora del estilo de vida. Cuanto antes se reconozcan sus señales, más fácil será controlarla y evitar que se convierta en un problema crónico.
Qué es la migraña y por qué aparece
La migraña es un trastorno neurológico crónico que se caracteriza por episodios recurrentes de dolor de cabeza de intensidad moderada o severa. Suele localizarse en un solo lado de la cabeza y puede ir acompañada de náuseas, vómitos o una sensibilidad extrema a la luz y al ruido. Pero detrás de ese dolor hay un desequilibrio mucho más profundo: una alteración en la forma en que el cerebro procesa los estímulos sensoriales y controla el flujo sanguíneo.
En las personas con migraña, las neuronas son más reactivas y responden de manera exagerada a ciertos desencadenantes. Esto provoca una liberación de sustancias inflamatorias que dilatan los vasos sanguíneos del cerebro y activan el dolor. La genética también juega un papel importante: si un familiar cercano padece migrañas, el riesgo de desarrollarlas es mayor.
A pesar de su frecuencia, sigue siendo una enfermedad infradiagnosticada. Muchas personas creen tener simples “dolores de cabeza tensionales” y no consultan hasta que los episodios se vuelven incapacitantes. Identificar correctamente el tipo de migraña es esencial para elegir el tratamiento adecuado.
Tipos de migraña: con aura, sin aura y otras formas menos comunes
Existen varios tipos de migraña, pero las más habituales son la migraña sin aura —la forma clásica, donde el dolor aparece sin aviso previo— y la migraña con aura, que se acompaña de síntomas neurológicos transitorios antes del dolor, como destellos de luz, visión borrosa, hormigueo en manos o labios e incluso dificultad para hablar.
También existen variantes menos comunes, como la migraña vestibular, que causa mareos intensos, o la migraña crónica, en la que el dolor está presente más de 15 días al mes. Aunque cada tipo tiene sus particularidades, todas comparten el mismo mecanismo de base: una alteración en la actividad cerebral que desencadena una cascada de síntomas.