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Migrañas: cuando el dolor de cabeza se convierte en algo más

miércoles, 22 de octubre de 2025

Quien sufre migrañas sabe que no se trata de un dolor de cabeza común. Es un dolor que puede paralizar, que obliga a detener el ritmo de vida y buscar silencio y oscuridad. La migraña es mucho más que una cefalea: es una alteración neurológica compleja que afecta a millones de personas en todo el mundo y que puede condicionar tanto el bienestar físico como el emocional.

A menudo, las crisis aparecen sin previo aviso y con una intensidad que desconcierta. La luz, los sonidos, los olores o incluso los cambios hormonales pueden desencadenar un episodio que dura entre cuatro horas y tres días, acompañado a veces de náuseas, visión borrosa o una extrema sensibilidad a los estímulos. En los casos más severos, las crisis pueden repetirse varias veces al mes y alterar profundamente la calidad de vida.

Hoy se sabe que la migraña no es solo un dolor de cabeza, sino un trastorno del cerebro que responde de manera exagerada a determinados estímulos. Por eso, su tratamiento no se limita al alivio del dolor: también incluye la prevención, la identificación de los factores desencadenantes y la mejora del estilo de vida. Cuanto antes se reconozcan sus señales, más fácil será controlarla y evitar que se convierta en un problema crónico.

Qué es la migraña y por qué aparece

La migraña es un trastorno neurológico crónico que se caracteriza por episodios recurrentes de dolor de cabeza de intensidad moderada o severa. Suele localizarse en un solo lado de la cabeza y puede ir acompañada de náuseas, vómitos o una sensibilidad extrema a la luz y al ruido. Pero detrás de ese dolor hay un desequilibrio mucho más profundo: una alteración en la forma en que el cerebro procesa los estímulos sensoriales y controla el flujo sanguíneo.

En las personas con migraña, las neuronas son más reactivas y responden de manera exagerada a ciertos desencadenantes. Esto provoca una liberación de sustancias inflamatorias que dilatan los vasos sanguíneos del cerebro y activan el dolor. La genética también juega un papel importante: si un familiar cercano padece migrañas, el riesgo de desarrollarlas es mayor.

A pesar de su frecuencia, sigue siendo una enfermedad infradiagnosticada. Muchas personas creen tener simples “dolores de cabeza tensionales” y no consultan hasta que los episodios se vuelven incapacitantes. Identificar correctamente el tipo de migraña es esencial para elegir el tratamiento adecuado.

Tipos de migraña: con aura, sin aura y otras formas menos comunes

Existen varios tipos de migraña, pero las más habituales son la migraña sin aura —la forma clásica, donde el dolor aparece sin aviso previo— y la migraña con aura, que se acompaña de síntomas neurológicos transitorios antes del dolor, como destellos de luz, visión borrosa, hormigueo en manos o labios e incluso dificultad para hablar.

También existen variantes menos comunes, como la migraña vestibular, que causa mareos intensos, o la migraña crónica, en la que el dolor está presente más de 15 días al mes. Aunque cada tipo tiene sus particularidades, todas comparten el mismo mecanismo de base: una alteración en la actividad cerebral que desencadena una cascada de síntomas.

Síntomas de la migraña: señales que no se deben ignorar

La migraña no se limita a un dolor de cabeza intenso. Es una experiencia multisistémica que puede afectar a la vista, al equilibrio, al sistema digestivo y al estado de ánimo. Uno de los primeros signos es una sensación de presión o pulsación unilateral, que puede extenderse hacia la sien, el ojo o la parte posterior del cráneo. El dolor empeora con el movimiento, por lo que quienes la padecen buscan reposo y silencio.

A menudo se acompañan de náuseas, vómitos, intolerancia a la luz o a los sonidos, e incluso dificultad para concentrarse. En algunos casos aparecen cambios de humor o alteraciones del sueño horas antes del episodio, señales tempranas que pueden anticipar una crisis inminente.

Fases de una crisis de migraña: cómo evoluciona el dolor

Una crisis de migraña suele desarrollarse en varias fases.

La primera, llamada fase prodrómica, puede comenzar hasta 24 horas antes del dolor y se manifiesta con cansancio, irritabilidad, antojos o rigidez en el cuello.

Después puede aparecer el aura, que en algunos casos incluye destellos de luz, líneas onduladas o entumecimiento facial.

La tercera etapa es la fase de dolor, con una intensidad que puede durar entre 4 y 72 horas.

Finalmente, llega el postdromo, un periodo de agotamiento o confusión mental que puede prolongarse uno o dos días más.

Factores desencadenantes de la migraña y cómo identificarlos

Cada persona tiene su propio “mapa” de desencadenantes, pero algunos son muy comunes. Entre ellos, los cambios hormonales, especialmente en mujeres durante la menstruación, el estrés mantenido, la falta o exceso de sueño, los ayunos prolongados o el consumo de ciertos alimentos como el chocolate, el queso curado o el vino tinto.

También influyen los factores ambientales, como los cambios bruscos de tiempo o la exposición prolongada a pantallas y luces intensas. Aprender a identificar qué situaciones preceden a las crisis es una herramienta clave para reducir su frecuencia.

Llevar un diario de migrañas, anotando los síntomas, la hora, el tipo de comida o el nivel de estrés, puede ayudar a encontrar patrones repetitivos y evitarlos.

Diagnóstico de la migraña: cuándo acudir al médico

No todos los dolores de cabeza son migrañas, y no todas las migrañas se manifiestan igual. Por eso, el diagnóstico debe realizarlo un médico, preferiblemente un neurólogo.

La evaluación se basa principalmente en la historia clínica y en la descripción de los episodios: su duración, frecuencia, intensidad y los síntomas que los acompañan.

En algunos casos, se solicitan pruebas de imagen, como una resonancia magnética, para descartar otras causas de dolor de cabeza.

Debe consultarse al especialista cuando las crisis son frecuentes, incapacitantes o no responden al tratamiento habitual. También si aparecen signos de alarma como fiebre, rigidez de cuello, visión doble o un dolor súbito e intenso sin antecedentes previos. Un diagnóstico precoz y un plan de tratamiento individualizado pueden mejorar significativamente la calidad de vida.

Tratamiento y prevención de la migraña

El tratamiento de la migraña se divide en dos grandes objetivos: aliviar las crisis y prevenir su aparición.

Durante un episodio, el control del dolor suele requerir medicación específica prescrita por el médico, acompañada de descanso en un ambiente tranquilo y oscuro. El frío local en la frente o el cuello puede ayudar a disminuir la intensidad del dolor, así como mantener una adecuada hidratación.

En los casos más graves o recurrentes, el especialista puede recomendar tratamientos preventivos que actúan sobre los mecanismos neurológicos implicados en la migraña, reduciendo la frecuencia y la intensidad de los ataques.

Cómo actuar durante una crisis y qué hacer para evitar nuevos episodios

Actuar pronto es fundamental. En cuanto se perciben los primeros síntomas, conviene detener la actividad, descansar en un lugar sin estímulos y aplicar las medidas recomendadas por el médico.

Para prevenir futuras crisis, se recomienda mantener horarios regulares de sueño, comer de forma equilibrada y evitar el consumo excesivo de cafeína o alcohol.

El ejercicio moderado y las técnicas de relajación —como el yoga o la respiración diafragmática— ayudan a reducir el estrés, uno de los factores más frecuentes.

En los últimos años han aparecido nuevos tratamientos farmacológicos y neuromoduladores que ofrecen esperanza a quienes sufren migrañas crónicas. Sin embargo, el seguimiento médico y la personalización del tratamiento siguen siendo la base del éxito.

Migraña en mujeres y niños: por qué no se manifiesta igual

La migraña es más frecuente en mujeres, y su evolución está íntimamente ligada a los cambios hormonales. Las variaciones en los niveles de estrógenos durante la menstruación, el embarazo o la menopausia pueden actuar como desencadenantes o modificar la frecuencia de las crisis.

En algunos casos, los episodios disminuyen tras la menopausia, pero durante los años fértiles pueden intensificarse.

En los niños, la migraña puede manifestarse de forma diferente: con dolor abdominal, náuseas o mareos en lugar de dolor de cabeza típico. A menudo se confunde con una indigestión o con problemas visuales, lo que retrasa el diagnóstico. Identificar estas formas atípicas permite intervenir antes y evitar que la enfermedad evolucione hacia una migraña crónica en la edad adulta.

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Preguntas frecuentes sobre la migraña

Vivir con migraña genera muchas preguntas, sobre todo cuando los episodios se repiten sin una causa clara o aparecen en momentos inesperados. Saber distinguir los mitos de la información fiable ayuda a afrontar mejor las crisis y a buscar la ayuda médica adecuada. Estas son algunas de las dudas más frecuentes que surgen en consulta y que conviene resolver con claridad.

¿Cuánto dura una crisis de migraña?

Una crisis puede durar desde unas horas hasta tres días, dependiendo del tipo de migraña y de la respuesta al tratamiento. En algunos casos, el malestar residual —cansancio, confusión o sensibilidad a la luz— puede mantenerse uno o dos días más, lo que se conoce como fase postdromo.

¿La migraña es hereditaria?

Existe un componente genético importante. Si uno de los padres tiene migraña, las probabilidades de que un hijo la desarrolle aumentan, aunque los factores ambientales, hormonales y de estilo de vida también influyen.

¿Los cambios hormonales pueden provocar migraña?

Sí. Las variaciones hormonales, especialmente los descensos bruscos de estrógenos, son un desencadenante habitual en mujeres. Por eso algunas notan crisis más frecuentes antes o durante la menstruación, en el embarazo o en la perimenopausia.

¿El estrés o la alimentación influyen en las crisis de migraña?

Ambos son factores clave. La falta de sueño, el estrés mantenido o ciertos alimentos ricos en tiramina (como el queso curado, el vino tinto o el chocolate) pueden actuar como desencadenantes. Identificar y evitar los factores personales es una de las estrategias más eficaces para reducir las crisis.

¿Qué hacer cuando la medicación no alivia el dolor?

Si el tratamiento habitual no es suficiente o las crisis se vuelven más frecuentes, es importante consultar con un neurólogo. A veces es necesario ajustar la medicación o valorar opciones preventivas. Automedicarse o aumentar las dosis sin control puede empeorar la situación y provocar cefaleas por abuso de fármacos.

¿La migraña puede empeorar con el embarazo?

Durante el embarazo, las migrañas tienden a mejorar en muchas mujeres gracias a la estabilidad hormonal, aunque no siempre desaparecen. En caso de presentarse, el tratamiento debe ser siempre indicado por el especialista, ya que no todos los medicamentos son seguros durante la gestación.

¿Cuándo debo acudir al médico por migrañas?

Si las crisis son frecuentes, el dolor es muy intenso, se prolonga más de tres días, o aparecen síntomas neurológicos como visión borrosa, hormigueo o dificultad para hablar, es fundamental consultar. Un diagnóstico precoz y un seguimiento adecuado permiten controlar mejor la enfermedad y prevenir complicaciones.