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Micosis pulmonares: cuando los hongos afectan la respiración

viernes, 3 de octubre de 2025

Una tos que no se va, una fiebre que no responde a los antibióticos, la sensación constante de falta de aire. En ocasiones, detrás de estos síntomas no hay una bacteria ni un virus, sino algo mucho más discreto y persistente: un hongo. Las micosis pulmonares son infecciones del aparato respiratorio causadas por hongos que, en condiciones normales, no deberían representar un peligro, pero que pueden volverse graves cuando las defensas bajan.

No es un problema común en la población general, pero sí en quienes viven con enfermedades que debilitan el sistema inmunitario, como ciertos tipos de cáncer, el VIH, la diabetes o las enfermedades pulmonares crónicas. En estos casos, un hongo que flota en el aire y que normalmente pasaría desapercibido puede instalarse en los pulmones, multiplicarse y causar una infección que requiere atención médica especializada.

Por eso es importante saber qué son las micosis pulmonares, cómo se manifiestan y qué opciones de tratamiento existen ayuda a entender que, aunque no sean infecciones habituales, sí pueden prevenirse y tratarse a tiempo con un buen diagnóstico.

Qué son las micosis pulmonares y por qué aparecen

Las micosis pulmonares son infecciones que afectan al pulmón y que están producidas por distintos tipos de hongos. Estos microorganismos se encuentran de forma natural en el ambiente, en el suelo, las plantas o el polvo. Al respirar, inhalamos millones de esporas fúngicas cada día, pero nuestro sistema inmunitario suele neutralizarlas sin que nos demos cuenta.

El problema surge cuando las defensas del cuerpo están debilitadas y los mecanismos naturales de protección —las mucosas, los cilios respiratorios, las células inmunes— dejan de ser eficaces. Es entonces cuando el hongo encuentra una oportunidad para crecer y colonizar el tejido pulmonar.

No todas las micosis pulmonares se comportan igual. Algunas son oportunistas, es decir, aparecen cuando el organismo está debilitado y no puede controlar una infección que, en otras circunstancias, sería inocua. Otras son endémicas, propias de ciertas regiones geográficas, donde los hongos del ambiente pueden infectar incluso a personas sanas expuestas de forma intensa.

Los hongos que más afectan al pulmón

Dentro de este grupo de enfermedades existen varios tipos de hongos que destacan por su frecuencia o por la gravedad con la que pueden llegar a afectar al pulmón. No todos se comportan igual: algunos solo provocan molestias leves, mientras que otros pueden causar infecciones muy agresivas si el sistema inmunitario está debilitado.

El más conocido es el Aspergillus, un hongo muy común en el ambiente, presente en el polvo, en las hojas en descomposición o en los sistemas de ventilación. En la mayoría de las personas pasa desapercibido, pero cuando las defensas bajan puede invadir el tejido pulmonar y producir desde cuadros leves hasta formas invasivas que ponen en riesgo la vida. Es, de hecho, la causa más frecuente de micosis pulmonar en todo el mundo.

Otro de los hongos que pueden afectar al aparato respiratorio es la Candida, un microorganismo que normalmente vive en equilibrio en la piel, la boca o el intestino sin causar problemas. Sin embargo, en pacientes hospitalizados o con catéteres, ventilación mecánica o tratamientos prolongados con antibióticos, puede llegar al pulmón y desencadenar una infección.

También merece especial atención el Cryptococcus neoformans, más habitual en personas con VIH o inmunosupresión severa. Este hongo puede comenzar en el pulmón y, si no se controla a tiempo, extenderse al sistema nervioso central, provocando meningitis criptocócica. La afectación pulmonar puede pasar desapercibida al principio, por lo que es importante sospecharla ante síntomas respiratorios persistentes en pacientes con riesgo.

El Pneumocystis jirovecii es otro nombre clave dentro de las micosis pulmonares. Aunque durante años se pensó que era un parásito, hoy se sabe que es un hongo atípico. Causa una neumonía característica en personas inmunodeprimidas, especialmente en pacientes con VIH no tratado o en quienes reciben fármacos inmunosupresores. Su cuadro clínico suele incluir fiebre, tos seca y una sensación de falta de aire que va en aumento, a veces de forma silenciosa pero progresiva.

Además de estos, existen hongos menos comunes en nuestro entorno, pero relevantes en determinadas regiones del mundo o en viajeros que regresan de zonas endémicas. Entre ellos se encuentran:

  • Histoplasma capsulatum, asociado a ambientes con excrementos de aves o murciélagos, capaz de causar desde infecciones leves hasta cuadros diseminados.
  • Coccidioides immitis, responsable de la llamada “fiebre del valle”, frecuente en áreas áridas de América.
  • Paracoccidioides brasiliensis, más típico de zonas rurales de América del Sur, donde puede producir lesiones pulmonares crónicas que se confunden con tuberculosis.

Aunque estos hongos son poco frecuentes en España, conviene tenerlos en cuenta en pacientes con antecedentes de viaje o residencia en zonas tropicales o subtropicales. Su detección no siempre es sencilla, y a menudo el diagnóstico se confirma tras analizar muestras respiratorias o biopsias pulmonares.

Cuándo se produce la infección

Los hongos pulmonares suelen entrar en el cuerpo a través de la inhalación de esporas microscópicas. Estas partículas se depositan en las vías respiratorias y, si el sistema inmunitario no logra eliminarlas, comienzan a crecer y a producir inflamación.

En las personas sanas, el contacto con hongos ambientales raramente genera problemas, pero en quienes presentan defensas bajas, una enfermedad crónica o lesiones previas en los pulmones, el riesgo aumenta considerablemente. Por eso, las micosis pulmonares se consideran un marcador de fragilidad inmunológica: aparecen cuando el organismo ha perdido parte de su capacidad de defensa.

Entre los factores que favorecen su desarrollo se encuentran los tratamientos prolongados con corticoides, los trasplantes, la quimioterapia, la neutropenia (falta de glóbulos blancos), las infecciones por VIH o el uso de ciertos fármacos inmunosupresores. También influyen las enfermedades respiratorias previas como la EPOC o las secuelas de una tuberculosis antigua, ya que las cavidades pulmonares pueden servir de refugio a los hongos.

Cómo se manifiestan las micosis pulmonares

El cuadro clínico de una micosis pulmonar varía según el tipo de hongo implicado, la extensión de la infección y el estado general del paciente. No siempre aparecen síntomas al principio, y en ocasiones los signos pueden confundirse con los de una neumonía bacteriana o una bronquitis prolongada.

En general, el síntoma más frecuente es la tos persistente, que puede ser seca o acompañarse de expectoración. A veces se añade dificultad para respirar, sensación de falta de aire o presión torácica. También son habituales la fiebre, la fatiga, la pérdida de peso y los sudores nocturnos. En casos más avanzados puede aparecer tos con sangre, sobre todo cuando el hongo ha formado cavidades dentro del pulmón o ha dañado vasos sanguíneos.

Estos síntomas no son exclusivos de las micosis, por lo que el diagnóstico puede demorarse. Es frecuente que la infección se descubra después de haber probado varios tratamientos antibióticos sin mejoría, lo que genera frustración en el paciente y retrasa la intervención adecuada.

Diferencias entre las principales formas clínicas

Aunque todas las micosis pulmonares afectan al pulmón, cada hongo se comporta de forma distinta. La aspergilosis, por ejemplo, puede manifestarse de cuatro maneras diferentes: una forma alérgica que se asocia al asma, una crónica que evoluciona lentamente, una forma de masa llamada aspergiloma y una variante invasiva que progresa rápidamente y puede diseminarse a otros órganos.

La neumonía por Pneumocystis jirovecii suele aparecer en pacientes con VIH o en quienes toman fármacos inmunosupresores, y se caracteriza por una tos seca y disnea progresiva. La mucormicosis, en cambio, avanza con gran rapidez y puede provocar necrosis del tejido pulmonar, siendo una urgencia médica.

Cada una de estas formas requiere un enfoque diagnóstico y terapéutico diferente, por lo que el reconocimiento temprano es esencial para evitar complicaciones.

Cómo se diagnostican las micosis pulmonares

El diagnóstico no siempre es sencillo. Los hongos pueden estar presentes en el organismo sin causar enfermedad, lo que dificulta saber cuándo hay infección real y cuándo se trata solo de una colonización. Además, los síntomas son inespecíficos y se parecen mucho a los de otras enfermedades respiratorias.

El primer paso suele ser una radiografía o una tomografía de tórax, que permite observar alteraciones como nódulos, cavidades o infiltrados pulmonares. Estas imágenes orientan al médico, pero no confirman el tipo de hongo. Para ello es necesario realizar pruebas más específicas, como cultivos de esputo, análisis del lavado broncoalveolar o incluso una biopsia pulmonar.

También existen pruebas serológicas y técnicas moleculares que detectan antígenos o ADN de hongos concretos, como el galactomanano en el caso de la aspergilosis o la beta-D-glucano en otras infecciones fúngicas. Estas herramientas permiten adelantar el diagnóstico y comenzar el tratamiento antes de que el cuadro se agrave.

El reto principal es interpretar correctamente los resultados. Un cultivo positivo no siempre significa infección activa, y en algunos casos es necesario correlacionar los hallazgos con los síntomas, las imágenes y la evolución clínica del paciente. De ahí la importancia del criterio médico y del trabajo conjunto entre neumólogos, microbiólogos e infectólogos.

Qué diferencia una colonización de una infección

Una de las grandes dificultades en el diagnóstico de las micosis pulmonares es distinguir entre una simple presencia del hongo y una infección invasiva. Muchas personas, especialmente aquellas con enfermedades respiratorias crónicas, pueden tener esporas fúngicas en sus vías respiratorias sin que esto suponga un problema.

Para que exista infección verdadera debe haber una reacción inflamatoria, signos de daño tisular o crecimiento del hongo dentro del pulmón. En los casos invasivos, el hongo no se limita a la superficie de las mucosas, sino que penetra los tejidos e incluso puede alcanzar los vasos sanguíneos, produciendo lesiones visibles en las pruebas de imagen.

El diagnóstico definitivo, por tanto, combina la observación clínica con las pruebas de laboratorio y radiología, siempre interpretadas en conjunto.

Tratamiento de las micosis pulmonares

El tratamiento depende del tipo de hongo, de la extensión de la infección y del estado inmunológico del paciente. No existe una única terapia válida para todos los casos, y la duración del tratamiento suele ser prolongada.

Los antifúngicos son el pilar fundamental. Medicamentos como el voriconazol, la anfotericina B, el itraconazol o el fluconazol se utilizan según el tipo de micosis y la gravedad del cuadro. En las infecciones más agresivas, el tratamiento se administra por vía intravenosa y puede prolongarse durante semanas o incluso meses.

En algunos casos concretos, como los aspergilomas que causan sangrado o compresión pulmonar, se valora la cirugía para eliminar la masa fúngica. Sin embargo, esta opción solo se recomienda cuando el estado general del paciente lo permite y la enfermedad está localizada.

Además del tratamiento antifúngico, es fundamental reforzar las defensas del organismo. Esto puede implicar reducir la dosis de fármacos inmunosupresores, controlar la diabetes o iniciar terapia antirretroviral en personas con VIH. Sin una mejora del estado inmunitario, el riesgo de recaída es alto.

El seguimiento médico es estrecho: se repiten estudios de imagen y análisis para comprobar la evolución y ajustar las dosis de antifúngicos, que pueden tener efectos secundarios hepáticos o renales si no se controlan adecuadamente.

Qué esperar durante la recuperación

La mejoría no siempre es inmediata. A diferencia de una neumonía bacteriana, que suele responder rápidamente a los antibióticos, las micosis pulmonares pueden requerir semanas antes de mostrar signos de recuperación. El cansancio y la tos residual pueden persistir, y en algunos casos queda cierta limitación respiratoria temporal.

El pronóstico depende en gran parte de la precocidad con que se inicia el tratamiento. Las formas leves y localizadas suelen resolverse sin complicaciones, pero las infecciones invasivas o las que se diagnostican tarde pueden dejar secuelas o derivar en insuficiencia respiratoria. En pacientes inmunodeprimidos, el riesgo de recaída obliga a mantener controles periódicos incluso después de haber superado el episodio agudo.

Prevención: cómo reducir el riesgo

Evitar completamente el contacto con los hongos del ambiente es imposible, pero sí pueden tomarse medidas para reducir las probabilidades de infección, sobre todo en personas vulnerables.

Mantener un buen control de las enfermedades crónicas, no suspender los tratamientos sin supervisión médica y avisar al especialista ante cualquier síntoma respiratorio persistente son pasos básicos. También puede ser útil evitar lugares con polvo acumulado, hojas húmedas o construcciones en obra, especialmente en periodos de inmunosupresión.

En algunos pacientes de alto riesgo, los médicos pueden recomendar antifúngicos preventivos o revisiones periódicas para detectar a tiempo una posible infección. La clave siempre está en la vigilancia y en la detección precoz.

Qué complicaciones pueden aparecer

Cuando no se trata a tiempo, una micosis pulmonar puede extenderse y causar complicaciones graves. Una de las más temidas es la hemoptisis, o expulsión de sangre al toser, que ocurre cuando el hongo erosiona vasos sanguíneos dentro del pulmón. También puede desarrollarse una fibrosis pulmonar residual o una insuficiencia respiratoria crónica que limite la capacidad de esfuerzo.

En las formas invasivas, los hongos pueden diseminarse a otros órganos, como el cerebro, el corazón o los riñones, lo que aumenta considerablemente la gravedad del cuadro. Por ello, la intervención médica temprana y el seguimiento son tan importantes como el tratamiento en sí.

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Preguntas frecuentes sobre las micosis pulmonares

Antes de terminar, conviene resolver algunas dudas habituales que suelen aparecer cuando se habla de las infecciones por hongos en los pulmones. Son preguntas que muchos pacientes plantean en consulta y que ayudan a entender mejor cómo se comportan estas micosis, cuándo preocuparse y qué esperar del tratamiento.

¿Las micosis pulmonares son contagiosas?

No. Las micosis pulmonares no se transmiten de persona a persona. El contagio no existe como tal, porque el origen está en la inhalación de esporas de hongos presentes en el aire, el polvo o el ambiente. La mayoría de las personas entra en contacto con estos microorganismos a diario sin enfermar, pero quienes tienen las defensas bajas —por un tratamiento, una enfermedad crónica o una infección previa— son más propensos a desarrollar la infección.

¿Cuáles son los síntomas más frecuentes de los hongos en los pulmones?

El síntoma más habitual es la tos persistente, que puede ser seca o con mucosidad. También puede aparecer fiebre, dificultad para respirar, dolor torácico, fatiga y, en algunos casos, tos con sangre. Estos signos suelen confundirse con los de una neumonía bacteriana o una bronquitis prolongada, por lo que es importante acudir al médico si el cuadro no mejora con antibióticos o se prolonga más de lo habitual.

¿Cómo se diferencia una micosis pulmonar de una neumonía común?

Aunque los síntomas puedan parecer similares, las micosis pulmonares evolucionan más lentamente y no responden al tratamiento antibiótico. En las pruebas de imagen pueden verse cavidades o lesiones que no son típicas de las neumonías bacterianas. El diagnóstico se confirma mediante cultivos, análisis de esputo o pruebas serológicas específicas para detectar el tipo de hongo.

¿Qué hongo causa con más frecuencia una micosis pulmonar?

El más habitual es el Aspergillus, un hongo ambiental que puede encontrarse en el aire, las hojas secas, el polvo o los sistemas de ventilación. Es el responsable de la mayoría de las infecciones pulmonares fúngicas en Europa. En pacientes con defensas bajas, también pueden aparecer otros como Candida, Cryptococcus, Pneumocystis jirovecii o Histoplasma capsulatum, cada uno con un comportamiento distinto y un tratamiento específico.

¿Las micosis pulmonares se curan completamente?

Sí, en la mayoría de los casos se curan por completo con un tratamiento antifúngico adecuado y un control médico riguroso. El éxito depende mucho del tipo de hongo, del estado inmunitario del paciente y de la rapidez con que se inicia la terapia. En las formas leves o localizadas, la curación suele ser total, mientras que las infecciones invasivas pueden requerir un seguimiento prolongado o incluso tratamientos preventivos para evitar recaídas.

¿El tratamiento de los hongos en los pulmones es largo?

Por lo general sí. Los antifúngicos deben tomarse durante semanas o meses, ya que los hongos son lentos en su crecimiento y más resistentes que las bacterias. Suspender el tratamiento antes de tiempo aumenta el riesgo de recaída. En algunos casos, si el pulmón presenta cavidades o masas fúngicas, puede ser necesaria una cirugía para eliminar el foco de infección.

¿Cuánto tarda una persona en recuperarse de una micosis pulmonar?

El proceso de recuperación varía según la gravedad de la infección y el estado de las defensas del paciente. En los cuadros leves, la mejoría suele notarse en pocas semanas, aunque la fatiga o la tos residual pueden durar algo más. En las infecciones más severas o invasivas, la recuperación completa puede llevar varios meses y requiere controles periódicos para asegurarse de que el hongo ha desaparecido por completo.

¿Puede una micosis pulmonar volver a aparecer?

Sí, es posible. Si no se eliminan los factores que favorecieron la infección —como la inmunosupresión, el uso prolongado de corticoides o la enfermedad pulmonar de base—, los hongos pueden volver a proliferar. Por eso, tras superar una micosis pulmonar, el seguimiento médico es tan importante como el tratamiento inicial.

¿Los síntomas de una micosis pulmonar pueden confundirse con los del cáncer de pulmón?

En ocasiones, sí. Algunos pacientes presentan tos crónica, pérdida de peso o lesiones pulmonares que en las radiografías pueden parecer tumores. Solo las pruebas específicas, como los cultivos o la biopsia, permiten diferenciar una micosis de un cáncer u otras enfermedades pulmonares graves. Por eso, es esencial no sacar conclusiones antes de tiempo y dejar que el diagnóstico lo establezca el especialista.

¿Se pueden prevenir los hongos en los pulmones?

No siempre es posible evitar el contacto con los hongos del ambiente, pero sí se puede reducir el riesgo. Mantener controladas enfermedades como la diabetes, evitar lugares con polvo, moho o materia orgánica en descomposición y usar mascarilla en entornos de riesgo son medidas útiles, especialmente para personas inmunodeprimidas. Además, consultar al médico ante cualquier tos persistente o fiebre prolongada permite detectar la infección antes de que se complique.