Una tos que no se va, una fiebre que no responde a los antibióticos, la sensación constante de falta de aire. En ocasiones, detrás de estos síntomas no hay una bacteria ni un virus, sino algo mucho más discreto y persistente: un hongo. Las micosis pulmonares son infecciones del aparato respiratorio causadas por hongos que, en condiciones normales, no deberían representar un peligro, pero que pueden volverse graves cuando las defensas bajan.
No es un problema común en la población general, pero sí en quienes viven con enfermedades que debilitan el sistema inmunitario, como ciertos tipos de cáncer, el VIH, la diabetes o las enfermedades pulmonares crónicas. En estos casos, un hongo que flota en el aire y que normalmente pasaría desapercibido puede instalarse en los pulmones, multiplicarse y causar una infección que requiere atención médica especializada.
Por eso es importante saber qué son las micosis pulmonares, cómo se manifiestan y qué opciones de tratamiento existen ayuda a entender que, aunque no sean infecciones habituales, sí pueden prevenirse y tratarse a tiempo con un buen diagnóstico.
Qué son las micosis pulmonares y por qué aparecen
Las micosis pulmonares son infecciones que afectan al pulmón y que están producidas por distintos tipos de hongos. Estos microorganismos se encuentran de forma natural en el ambiente, en el suelo, las plantas o el polvo. Al respirar, inhalamos millones de esporas fúngicas cada día, pero nuestro sistema inmunitario suele neutralizarlas sin que nos demos cuenta.
El problema surge cuando las defensas del cuerpo están debilitadas y los mecanismos naturales de protección —las mucosas, los cilios respiratorios, las células inmunes— dejan de ser eficaces. Es entonces cuando el hongo encuentra una oportunidad para crecer y colonizar el tejido pulmonar.
No todas las micosis pulmonares se comportan igual. Algunas son oportunistas, es decir, aparecen cuando el organismo está debilitado y no puede controlar una infección que, en otras circunstancias, sería inocua. Otras son endémicas, propias de ciertas regiones geográficas, donde los hongos del ambiente pueden infectar incluso a personas sanas expuestas de forma intensa.
Los hongos que más afectan al pulmón
Dentro de este grupo de enfermedades existen varios tipos de hongos que destacan por su frecuencia o por la gravedad con la que pueden llegar a afectar al pulmón. No todos se comportan igual: algunos solo provocan molestias leves, mientras que otros pueden causar infecciones muy agresivas si el sistema inmunitario está debilitado.
El más conocido es el Aspergillus, un hongo muy común en el ambiente, presente en el polvo, en las hojas en descomposición o en los sistemas de ventilación. En la mayoría de las personas pasa desapercibido, pero cuando las defensas bajan puede invadir el tejido pulmonar y producir desde cuadros leves hasta formas invasivas que ponen en riesgo la vida. Es, de hecho, la causa más frecuente de micosis pulmonar en todo el mundo.
Otro de los hongos que pueden afectar al aparato respiratorio es la Candida, un microorganismo que normalmente vive en equilibrio en la piel, la boca o el intestino sin causar problemas. Sin embargo, en pacientes hospitalizados o con catéteres, ventilación mecánica o tratamientos prolongados con antibióticos, puede llegar al pulmón y desencadenar una infección.
También merece especial atención el Cryptococcus neoformans, más habitual en personas con VIH o inmunosupresión severa. Este hongo puede comenzar en el pulmón y, si no se controla a tiempo, extenderse al sistema nervioso central, provocando meningitis criptocócica. La afectación pulmonar puede pasar desapercibida al principio, por lo que es importante sospecharla ante síntomas respiratorios persistentes en pacientes con riesgo.
El Pneumocystis jirovecii es otro nombre clave dentro de las micosis pulmonares. Aunque durante años se pensó que era un parásito, hoy se sabe que es un hongo atípico. Causa una neumonía característica en personas inmunodeprimidas, especialmente en pacientes con VIH no tratado o en quienes reciben fármacos inmunosupresores. Su cuadro clínico suele incluir fiebre, tos seca y una sensación de falta de aire que va en aumento, a veces de forma silenciosa pero progresiva.
Además de estos, existen hongos menos comunes en nuestro entorno, pero relevantes en determinadas regiones del mundo o en viajeros que regresan de zonas endémicas. Entre ellos se encuentran:
- Histoplasma capsulatum, asociado a ambientes con excrementos de aves o murciélagos, capaz de causar desde infecciones leves hasta cuadros diseminados.
- Coccidioides immitis, responsable de la llamada “fiebre del valle”, frecuente en áreas áridas de América.
- Paracoccidioides brasiliensis, más típico de zonas rurales de América del Sur, donde puede producir lesiones pulmonares crónicas que se confunden con tuberculosis.
Aunque estos hongos son poco frecuentes en España, conviene tenerlos en cuenta en pacientes con antecedentes de viaje o residencia en zonas tropicales o subtropicales. Su detección no siempre es sencilla, y a menudo el diagnóstico se confirma tras analizar muestras respiratorias o biopsias pulmonares.