La gasometría arterial es una prueba diagnóstica que permite conocer con detalle cómo están funcionando los pulmones y si el organismo mantiene el equilibrio ácido-base necesario para que las células trabajen de forma adecuada. Se trata de una técnica sencilla pero de gran valor clínico, ya que ofrece información inmediata en situaciones en las que cada minuto cuenta.
A diferencia de un análisis de sangre convencional, que se realiza sobre sangre venosa, la gasometría requiere una muestra obtenida de una arteria. Esta diferencia, que a primera vista puede parecer menor, es la que marca la utilidad de la prueba: solo así es posible medir con precisión el oxígeno y el dióxido de carbono que circulan por todo el cuerpo, junto con el pH y el bicarbonato.
En la práctica, se trata de una herramienta imprescindible en los servicios de urgencias y cuidados intensivos, pero también puede ser necesaria en consultas externas o en hospitalización convencional cuando se sospechan alteraciones respiratorias o metabólicas. Pese a que la punción arterial puede resultar más molesta que una extracción venosa, la prueba es rápida, segura y la información que aporta resulta determinante para orientar el diagnóstico y decidir el tratamiento.
¿Qué es la gasometría arterial y qué mide?
La gasometría arterial es un análisis de laboratorio que utiliza sangre obtenida de una arteria, normalmente de la radial situada en la muñeca. A través de esa muestra se pueden valorar parámetros que indican tanto la función respiratoria como el equilibrio metabólico del cuerpo.
Los principales valores que mide son el pH, la presión parcial de oxígeno (PaO₂), la presión parcial de dióxido de carbono (PaCO₂), el bicarbonato (HCO₃⁻) y la saturación de oxígeno (SaO₂). Estos datos, interpretados en conjunto, ayudan a saber si existe hipoxemia (déficit de oxígeno en sangre), retención de CO₂ o alteraciones del equilibrio ácido-base que comprometen la salud.
Parámetros más relevantes
- pH: refleja el grado de acidez o alcalinidad de la sangre. Sus valores normales están entre 7,35 y 7,45.
- PaO₂: indica la cantidad de oxígeno disponible para los tejidos. Valores bajos pueden relacionarse con neumonía, crisis asmática o insuficiencia respiratoria.
- PaCO₂: muestra la cantidad de dióxido de carbono. Una cifra alta indica hipoventilación, mientras que una baja suele relacionarse con hiperventilación.
- Bicarbonato (HCO₃⁻): permite diferenciar si la alteración es de origen respiratorio o metabólico.
- Saturación de oxígeno (SaO₂): señala qué porcentaje de hemoglobina transporta oxígeno; lo normal es que supere el 95 %.
¿Para qué sirve la gasometría arterial?
La utilidad de esta prueba es muy amplia, tanto en la atención de emergencias como en el seguimiento de enfermedades crónicas.
En pacientes con dificultad respiratoria aguda, como quienes sufren una crisis asmática, un episodio grave de EPOC o una neumonía, la gasometría arterial permite comprobar si el oxígeno en sangre es suficiente y si el organismo elimina bien el dióxido de carbono. También resulta esencial en las unidades de cuidados intensivos, donde se monitoriza a pacientes intubados o conectados a ventilación mecánica.
Más allá del ámbito respiratorio, también se emplea en situaciones donde hay sospecha de alteraciones metabólicas: acidosis diabética, insuficiencia renal o alcalosis provocada por vómitos intensos. El análisis del pH y del bicarbonato ayuda a confirmar el diagnóstico y orientar el tratamiento.
Uso en pediatría y recién nacidos
En neonatología, la gasometría arterial puede resultar clave para valorar a bebés con problemas respiratorios tras el parto o cuando existe sospecha de hipoxemia. La interpretación en estos casos requiere valores de referencia específicos y la experiencia de un equipo pediátrico.