Los brotes de diarrea, los cólicos intensos o la presencia de sangre en las heces pueden aparecer de forma inesperada, y muchas veces van acompañados de deshidratación y malestar general. Detrás de estos síntomas, la bacteria Escherichia coli (E. coli) es una de las causas más frecuentes. Aunque la gran mayoría de sus cepas vive de forma inofensiva en nuestro intestino, ciertas variantes pesticidas y la falta de higiene en la manipulación de alimentos la convierten en una amenaza real.
La transmisión de E. coli suele producirse al consumir carne picada que no se ha cocinado a la temperatura adecuada, lechugas o brotes sin lavar, leche cruda o agua contaminada. Un sencillo descuido en la cocina puede ser suficiente para que los síntomas aparezcan en cuestión de horas. Sin olvidar que los niños, los ancianos y las personas con defensas bajas son los más vulnerables a sus complicaciones, como el síndrome hemolítico urémico.
Comprender el comportamiento de esta bacteria, identificar sus síntomas iniciales y aplicar medidas preventivas puede ser la clave entre un malestar pasajero y un ingreso hospitalario. Cocinar los alimentos a la temperatura adecuada, lavarse las manos con frecuencia y garantizar la calidad del agua son acciones sencillas que mantienen a raya a esta “bacteria traicionera” y protegen la salud de toda la familia.
¿Qué es Escherichia coli (E. coli)?
Escherichia coli, conocida habitualmente como E. coli, es una bacteria que forma parte de la microbiota intestinal de humanos y animales de sangre caliente. En condiciones normales, la mayoría de sus cepas conviven de forma pacífica y desempeñan funciones útiles, como ayudar a la digestión o elaborar ciertas vitaminas. Sin embargo, existen distintos serotipos (variantes genéticas) de E. coli, algunos de los cuales producen toxinas o poseen factores de virulencia que pueden causar enfermedades en el aparato digestivo, urinario u otros sistemas.
¿Cuáles son los tipos de E. coli más importantes?
- E. coli enterotoxigénica (ETEC): Produce toxinas que provocan diarreas acuosas, sobre todo en viajeros a zonas con estándares de saneamiento bajos (la llamada “diarrea del viajero”).
- E. coli enterohemorrágica (EHEC), serotipo O157:H7 y otros: Libera toxina Shiga (verotoxina) y provoca diarrea sanguinolenta, dolores abdominales y, en algunos casos, síndrome hemolítico urémico (SHU).
- E. coli enteropatógena (EPEC): Asociada a diarrea infantil, sobre todo en países en desarrollo.
- E. coli enteroinvasiva (EIEC): Penetra en las células intestinales y desencadena una enfermedad similar a la disentería (diarrea con moco y sangre).
- E. coli enteroagregativa (EAEC): Causa diarrea persistente y deshidratación, principalmente en niños.
- E. coli uropatógena (UPEC): Responsable de muchas infecciones urinarias (cistitis, pielonefritis), especialmente en mujeres.
Al diferenciar estos serotipos, comprendemos por qué unos provocan síntomas leves y otros cuadros más graves. En este artículo dedicamos especial atención a las cepas enterohemorrágicas, como la O157:H7, responsables de las infecciones más peligrosas para la salud pública.
¿Cómo se transmite la infección por E. coli?
La principal vía de transmisión de las cepas patógenas de E. coli es fecal-oral, lo que significa que la bacteria pasa de las heces de una persona o animal infectado a la boca de otra. A continuación, repasamos las formas más habituales de contagio:
Consumo de alimentos contaminados
- Carne picada o molida mal cocinada: Especialmente de ternera o cordero, cuando se ha manipulado con bacterias en el matadero y no se ha alcanzado la temperatura interna adecuada (>70 °C).
- Leche no pasteurizada o productos lácteos crudos: La pasteurización elimina E. coli y otros patógenos; sin ella, la leche puede conservar bacterias intactas.
- Frutas, verduras y ensaladas sin lavar: Si se riegan con agua contaminada o se manipulan con manos sucias. Ejemplos: lechuga, brotes, pepinos o melón.
- Agua contaminada: Puede ser agua de pozo sin tratamiento, ríos o lagos donde haya desagüe de ganado o alcantarillado.
Contacto directo o indirecto con heces infectadas
- Manos sin lavar tras cambiar pañales o ir al baño: Si no se higienizan correctamente, las manos pueden llevar E. coli a superficies, utensilios o alimentos.
- Juguetes, utensilios o superficies del hogar contaminadas: Un simple apretón de manos o tocar un juguete sucio puede propagar la bacteria.
Contacto con animales portadores
- Los corderos, terneros, cabras y ovejas pueden portar cepas patógenas en su intestino sin enfermar. Manipular estiércol o animales de granja sin protección (guantes, lavado de manos) facilita el contagio.
Transmisión persona a persona
- En guarderías, hospitales o residencias, la falta de higiene de manos al atender a alguien con diarrea favorece brotes.
- En entornos donde comparten utensilios de comida o toallas, el riesgo aumenta si no se desinfectan correctamente.