La caída de los dientes de leche y la salida de los definitivos suele ser un proceso natural y ordenado, pero a veces el cuerpo tiene sus propios planes. Algunos niños, en lugar de seguir la “norma”, empiezan a mostrar una curiosa doble fila de dientes: los nuevos ya han salido… pero los viejos no se han movido. Es lo que se conoce popularmente como dientes de tiburón, una alteración bastante frecuente en la infancia que suele despertar preocupación entre madres y padres.
Lo más habitual es que aparezca entre los 5 y los 7 años, coincidiendo con la erupción de los primeros incisivos inferiores. Aunque el nombre suene alarmante, en muchos casos no supone ningún problema serio. Aun así, no siempre se resuelve solo, y cuando el diente de leche no se cae a tiempo, puede afectar al desarrollo correcto de la dentadura permanente.
Por eso es importante conocer cómo se produce este fenómeno, qué señales indican que conviene hacer una visita al dentista y qué soluciones existen. Estar bien informados permite tomar decisiones con calma y evitar complicaciones futuras, como apiñamientos o necesidad de ortodoncia precoz.
¿Por qué aparecen los dientes de tiburón en los niños?
Durante la etapa de recambio dental, lo habitual es que el diente definitivo empuje al de leche desde abajo, provocando poco a poco la reabsorción de su raíz y su caída natural. Pero hay veces en que este proceso no ocurre como debería. El diente definitivo empieza a salir, pero el de leche permanece firme en su sitio. Como resultado, ambos conviven durante un tiempo, dando lugar a esa doble fila de dientes tan característica que recuerda a la mandíbula de un tiburón.
Esta situación es bastante frecuente en la infancia y no siempre indica un problema. Aun así, conviene entender por qué ocurre para saber si es conveniente consultar con un profesional.
La causa más común es la falta de reabsorción de la raíz del diente de leche, lo que impide que este se afloje y caiga como debería. En lugar de ocupar su posición natural, el diente definitivo erupciona en una zona cercana, normalmente por detrás del diente de leche, y ambos terminan compartiendo espacio.
Esto puede deberse a distintos factores:
- Fuerza insuficiente del diente definitivo para reabsorber la raíz del de leche.
- Alteraciones en la posición de salida del diente nuevo, que crece ligeramente desviado desde el inicio.
- Falta de espacio en la arcada dental, que impide una erupción alineada.
- Hábitos orales poco estimulantes, como evitar morder alimentos sólidos, lo que retrasa la caída natural de los dientes de leche.
En la mayoría de los casos, este fenómeno afecta a los incisivos inferiores y aparece entre los 5 y los 7 años, justo cuando comienza el recambio dental. No suele causar dolor, aunque puede generar incomodidad o dificultar la masticación si no se resuelve con el tiempo.