El páncreas es uno de esos órganos que casi nunca se hacen notar, pero cuya función es esencial para la vida. Situado detrás del estómago, se encarga de ayudar a digerir los alimentos y de mantener estable el nivel de azúcar en sangre. Cuando algo interrumpe ese equilibrio y aparece un tumor, el cuerpo a menudo guarda silencio: los síntomas pueden ser leves, confusos o no aparecer hasta que la enfermedad está avanzada.
Esa discreción es precisamente lo que convierte al cáncer de páncreas en un desafío médico. No suele doler al principio, ni da señales claras que alerten de lo que está ocurriendo. Por eso, muchas personas descubren su diagnóstico de forma inesperada, tras una revisión rutinaria o al investigar síntomas que parecían no tener importancia.
Conocer cómo se detecta el cáncer de páncreas a tiempo puede marcar una gran diferencia. Aunque en sus fases iniciales suele pasar inadvertido, hay señales que merecen atención: una pérdida de peso repentina, digestiones cada vez más pesadas o una ictericia que aparece sin causa aparente. También hay factores de riesgo que aumentan la probabilidad de desarrollarlo, como fumar, tener antecedentes familiares o padecer diabetes de reciente aparición. Saber identificarlos, acudir al médico ante cualquier síntoma persistente y mantener controles periódicos puede ayudar a descubrir la enfermedad antes de que avance, cuando las opciones de tratamiento son más efectivas.
Qué ocurre cuando el cáncer se origina en el páncreas
El páncreas es un órgano discreto pero esencial. Tiene forma alargada, se esconde detrás del estómago y actúa en silencio cada vez que comemos. De él dependen dos funciones vitales: por un lado, la digestión, gracias a las enzimas que produce para descomponer los alimentos; por otro, el control de la glucosa en sangre, a través de hormonas como la insulina y el glucagón.
Cuando las células pancreáticas comienzan a multiplicarse sin control, pierden su equilibrio natural y forman un tumor. En la mayoría de los casos, este crecimiento descontrolado se produce en la parte que fabrica los jugos digestivos, la llamada porción exocrina. De ahí surge el adenocarcinoma de páncreas, el tipo más común y también el más agresivo. Este tumor puede bloquear los conductos biliares, afectar a órganos cercanos y, si no se detecta a tiempo, diseminarse a otras zonas del cuerpo.
Lo más complejo es que el cáncer de páncreas suele avanzar sin dar señales evidentes. Al estar situado en una zona profunda del abdomen, los primeros síntomas pasan fácilmente desapercibidos. Por eso, muchas personas reciben el diagnóstico cuando la enfermedad ya está en una fase avanzada. Detectarlo antes de que eso ocurra es uno de los mayores retos médicos actuales.
Cómo empieza el cáncer de páncreas y qué partes puede afectar
El cáncer puede desarrollarse en distintas zonas del páncreas, y eso influye tanto en los síntomas como en las opciones de tratamiento. La mayoría de los casos se originan en la cabeza del páncreas, que está más cerca del intestino y de las vías biliares. Cuando esto ocurre, los primeros signos suelen ser ictericia o molestias digestivas.
Con menor frecuencia, el tumor aparece en el cuerpo o la cola del páncreas, donde los síntomas tardan más en manifestarse. En estos casos, lo habitual es que el dolor abdominal, la pérdida de peso o la fatiga sean las primeras señales.
También existen tumores más raros, llamados neuroendocrinos pancreáticos, que nacen en las células encargadas de producir hormonas. Su evolución suele ser más lenta y, en algunos casos, provocan alteraciones hormonales antes de causar dolor o ictericia.
Diferencias entre el cáncer exocrino y el endocrino
Aunque la mayoría de los casos se originan en la parte exocrina, también existen tumores llamados neuroendocrinos pancreáticos, menos comunes y generalmente de evolución más lenta. Estos surgen en las células que producen hormonas y pueden manifestarse de manera diferente, a veces con alteraciones metabólicas o síntomas hormonales.
Ambos tipos requieren diagnóstico y tratamiento específicos, por lo que identificar correctamente el origen del tumor es el primer paso para diseñar una estrategia adecuada.